Whashington, DC. – Con la pomposidad que lo caracteriza, Donald Trump asumió este lunes el cargo de 47° presidente de Estados Unidos con un discurso lleno de promesas grandilocuentes, frases recicladas y una conveniente amnesia sobre su primer periodo en la Casa Blanca (2016-2020). Desde la Rotonda del Capitolio, Trump proclamó que “la era dorada de Estados Unidos empieza ahora” y declaró la emergencia nacional en la frontera con México, como si no hubiera pasado ya cuatro años en el cargo intentando (y fallando) en lo mismo.
“En cada uno de mis días al frente de gobierno, pondré a Estados Unidos primero”, aseguró Trump, a pesar de que en su primer mandato el país vivió una crisis sanitaria sin precedentes por el mal manejo del COVID-19, la falta de atención a problemas económicos estructurales y, por supuesto, el muro fronterizo que nunca se construyó.
En su discurso, el mandatario prometió un Estados Unidos “orgulloso, próspero y libre”, aunque evitó hablar sobre temas más urgentes como la crisis climática que azota al país, con incendios forestales descontrolados en Los Ángeles, o la creciente desigualdad económica. Al parecer, restaurar la “soberanía” y “reequilibrar la balanza de la justicia” son prioridades más urgentes que las llamas que consumen California o el acceso a servicios de salud de calidad.
Frente a un público compuesto por expresidentes como Joe Biden, Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton, además de magnates como Elon Musk y Mark Zuckerberg, Trump se presentó como el salvador de una nación que, en sus palabras, “había sido llevada al borde del colapso”. Claro, porque al parecer, su primera administración no cuenta en la ecuación.
Sin perder oportunidad para dramatizar su papel, Trump recordó el atentado que sufrió durante un mitin en Pensilvania el año pasado, asegurando que “Dios me salvó para hacer a EE.UU. grande de nuevo”. Lo que omitió fue que, durante su primer mandato, su gobierno enfrentó numerosas críticas por sembrar divisiones sociales y manejar las instituciones a su conveniencia.
“El 20 de enero de 2025 es el día de la liberación”, clamó Trump, provocando aplausos entre sus seguidores. Liberación de qué exactamente, sigue siendo un misterio, pero si su primera administración es una pista, podemos esperar más retórica grandilocuente y menos soluciones reales.
Por ahora, la crisis migratoria, los problemas económicos y la emergencia climática parecen quedar en un segundo plano, mientras Trump se enfoca en su viejo conocido: la frontera con México.