Elena Pérez Elena, Universidad Autónoma de Madrid
La madrugada del sábado 7 de octubre, amaneciendo el sabbat, día sagrado para los judíos, se llevó a cabo una ofensiva sin precedentes por parte de las milicias de Hamás, acrónimo del Movimiento de Resistencia Islámica, en territorio reconocido israelí. Se cumplían 50 años de la Guerra de Octubre o de Yom Kipur (1973), tras la que Israel tuvo que abandonar los territorios que había ocupado en 1967, en la Guerra de los Seis Días.
Por tierra, mar y aire, Hamás reactivó a gran escala el conflicto que lleva casi un siglo latente, rompió la barrera que encierra y aísla a los territorios reconocidos palestinos y asesinó a población civil y tomó rehenes, especialmente entre los asistentes a un festival de música electrónica que se estaba celebrando en una zona limítrofe con la Franja de Gaza.
Hamás burló todos los servicios de vigilancia israelíes, un caso a estudiar en el futuro para discernir cómo pudo fallar uno de los sistemas de vigilancia y seguridad más importantes y eficientes del mundo a nivel tecnológico y con el funcionamiento, siempre alerta, de El Mossad, el servicio de inteligencia israelí.
La repuesta fue inmediata: “Ciudadanos de Israel, estamos en guerra. Y la ganaremos”. Con estas palabras, Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, declaró la guerra a Hamás y, en detrimento, al pueblo palestino, tal y como se está pudiendo seguir en los medios de comunicación.
En el tablero del conflicto Israel-Palestina es clave comprender cómo Gran Bretaña, Estados Unidos, Rusia, Egipto y Arabia Saudí siguen jugando sus fichas en un territorio que gobierna la coalición de ultraderecha liderada por Netanyahu en su ya sexta legislatura, y que arrastraba una crisis política a nivel nacional.
La ocupación sigue a la orden del día, hasta el punto de que muchos autores definen a Palestina como “la cárcel más grande del mundo a cielo abierto”. Una realidad más política incluso que religiosa en la que la comunidad internacional reconoce el Estado de Israel (“nacido” e institucionalizado en 1948), pero no toda el Estado Palestino, como es el caso de España. Una tierra que es prometida para ambos pueblos y que necesita de una acción proactiva de las sociedades occidentales para tratar de comprender qué ha pasado y qué está pasando.
El cómic cuenta la historia
Numerosos dibujantes de prensa están denunciando la guerra y las muertes –véase Coco, Joann Sfar, Plantu o Mana Neyestani–. En estas circunstancias, el cómic se erige como medio al que acudir para (re)pensar y reflexionar. A continuación ofrecemos alguna selección de novelas gráficas que nos permiten adentrarnos en las raíces y en la actualidad del conflicto.
Los mejores enemigos. Una historia de las relaciones entre Estados Unidos y Oriente Medio de David B. y Jean-Pierre Filiu (Norma Editorial)
Norma Editorial
Su segundo tomo, Los mejores enemigos. Una historia de las relaciones entre Estados Unidos y Oriente Medio. Segunda Parte 1953/1984, nos sitúa en el tablero geoestratégico y en la política internacional de entre los años cincuenta y los ochenta.
La narración se centra en ese período convulso de la historia universal, con eventos como la Revolución Islámica de Irán a finales de los años setenta, y la Guerra de los Seis Días entre Israel y Egipto, Siria y Jordania en 1967. Lo hace mediante dibujos de un tinte onírico, proporciones irreales de los personajes dibujados, y un blanco y negro que nos retrotrae a los periódicos de la época y a las filmaciones de archivo.
Astiberri
Crónicas de Jerusalén de Guy Delisle (Astiberri)
El autor canadiense viaja nuevamente acompañando a su mujer en su trabajo en Médicos sin Fronteras (como ya sucedía en sus obras anteriores Pyongyang o Shenzhen). En este caso, nos sitúa en su estancia de un año en Jerusalén.
A color y mediante tonos claros, uniformes, también en primera persona, la visión de Delisle funciona como una bisagra entre el turista y el artista que se ha documentado.
En sus viñetas, el autor manifiesta los prejuicios y estereotipos que tenía previamente, antes de vivir la compleja cotidianidad in situ y conocer testimonios en primera persona. Muy enriquecedor.
Palestina (Planeta Cómic) y Notas al pie de Gaza (Reservoir Books), de Joe Sacco
Penguin Libros
La mayor parte de las obras del dibujante maltés Joe Sacco se pueden enmarcar en el denominado “periodismo gráfico”. En Palestina, publicada inicialmente de forma serializada (1993-1995), Sacco abre una ventana hacia la Palestina ocupada de los check points de principios de los años 90. Se vale de su posición como periodista para circular entre la cotidianidad de israelíes y palestinos, veinte años antes de Delisle. Es un cómic en blanco y negro, narrado en primera persona. En él, Sacco se enuncia desde el querer conocer, reconociendo sus lagunas y desprendiendo mordacidad mediante el humor negro.
Desde su perspectiva, ahonda en acontecimientos como la “Nakba” (1948), la Guerra de Yom Kipur (1973), las sucesivas intifadas o el papel de la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo).
Notas al pie de Gaza (2009), escrito originalmente por encargo para la revista Harper’s, también in situ, se centra en las ciudades de Rafah y Khan Younis. Sacco profundiza en los orígenes del conflicto entre Israel y Palestina, remontándose a 1956, tras la Guerra del Sinaí. Descarnado, doloroso, es muy adecuado para reflexionar.
Norma Editorial
Una judía americana perdida en Israel de Sarah Glidden (Norma Editorial)
La autora de Oscuridades Programadas narra en primera persona, y en color, cómo viaja a Israel en el año 2007 dentro de uno de los programas llamados “derecho de nacimiento”. Este “derecho”, delicado y muy controvertido, es la antesala a la “Ley del Retorno”, en la que todo judío tiene el derecho de emigrar a Israel.
Aquí, mientras descubre sus raíces judías, la autora aprovecha esta oportunidad para formarse una opinión propia sobre el conflicto palestino-israelí.
Túneles de Rutu Modan (Salamandra Graphic)
Penguin Libros
En esta ficción a todo color, la autora israelí utiliza el nacionalismo y el conflicto entre Israel y Palestina como telón de fondo para narrar una historia sobre las excavaciones de una arqueóloga israelí.
De la misma autora también merece la pena recomendar Metralla, otra obra de ficción con el mismo escenario de crispación.
Otras referencias
El histórico y vigente conflicto también ha sido abordado en Vidas ocupadas de José Pablo García, Jerusalén de Boaz Yakin y Nick Bertozzi, la adaptación de la novela homónima de Yasmina Khadra hecha por Davuvillier y Chapron El atentado o Not the Israel my parents promised me de Harvey Pekar junto con J.T. Waldman y Joyce Brabner.
Estos cómics nos pueden acercar a la guerra y a la ocupación a través de otra mirada, por otro medio, a lo que hoy sigue siendo un conflicto sin resolver. Todas estas obras se encuentran disponibles en prácticamente todas las bibliotecas públicas españolas.
No quiero terminar sin hacer una mención especial a las ya históricas viñetas de Handala, del dibujante palestino Naji Al-Ali, y sin recomendar dos documentales: Nacido en Gaza (Hernán Zin, 2014) y Promises (Justine Shapiro, B.Z. Goldberg, Carlos Bolado, 2001). En ambos destacan sus protagonistas, niños y niñas, teniendo como resultado un contundente trabajo de divulgación.
Hoy Hamás sigue matando y reteniendo a sus rehenes. Mientras, Palestina está siendo asediada y masacrada por el gobierno de Israel. Las viñetas que se dibujaron en el pasado siguen siendo de total actualidad.
Elena Pérez Elena, Doctoranda FPU en el programa Estudios Artísticos, Literarios y de la Cultura de la UAM y profesora en el Grado de Lenguas Modernas, Cultura y Comunicación (UAM), Universidad Autónoma de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
