Publicado por
Ciudad de México.- Después de tantas aventuras, amanecí en Oaxaca. Salí de la central, era todavía muy temprano, había un puesto de tamales, chocolate y champurrado.
Me senté en un banco de plástico, mientras disfrutaba cada sorbo de mi chocolate, escuché una conversación al fondo. Las mismas palabras y quejas, él no me correspondía y cuando lo dejé estaba arrepentido. Del otro lado, el señor que escuchaba atentamente le dijo, ella me quería controlar, me sentía asfixiado.
Estuve buscando Uber pero no había, me daba flojera irme a pie hacia el centro, al final tomé un taxi.
Entré al paraíso, el Mercado 20 de noviembre, comida por todos lados, fue difícil elegir, di varias vueltas y al final me senté donde me resultaba cómodo. Pedí una tlayuda con chapulines y una botella de agua. Me relajé. Busqué Airbnb cerca del centro, encontré uno súper cute y baratísimo, duermo con puro extranjero. Es mi primera vez en un hostal y descansé como reina.
Fui a casa de una fotógrafa y un pintor que se dedican a hacer libros, son muy interesantes y su trabajo es hermoso. También hacen libretas personalizadas. Iba con los chicos de Qué chingados un periódico digital. Platicamos de todo, la carrera, los trabajos, la importancia de las redes sociales para el consumo del arte. Aprendí mucho de lo que es Oaxaca, sobre todo su gente.
Nos dirigimos al Hostal Noria porque de ahí nos llevarían a la Entrega del Reconocimiento FILO a la Trayectoria a Jaime Martínez Luna. Estuvo muy emotiva, mucho mixe, historia y comunalidad.
Todo el día he pensado… ¿Qué somos sino individuos? ¿O realmente todos nos complementamos?… Me pondré a leer a Jaime Martínez. El ambiente era perfecto: orquesta sinfónica infantil, el bellísimo Centro de las Artes de San Agustín, el mezcal, las cervezas, la exquisita comida oaxaqueña, todos entre las nubes y con la lluvia sin parar.
De regreso toda la conversación fue de la academia, de los planes de estudio, de la SEP, de proyectos escolares en la Sierra (donde tampoco llegan los maestros, como en una ciudad que conozco). De la estética, de la repetición constante de los filósofos clásicos. De la falta de presupuesto… Nos vinieron a joder a todos con el recorte a la cultura.
Al final, caí. Caminé como nunca.
P.d. Les debo fotos porque me quedé sin pila, así que imagínense todo lo que escribí, fue así. Y la batería de mi cámara la dejé en mi salón de la secundaria.