CDMX.- Después de casi tres años de refugiarse en Israel bajo el argumento de ser un “perseguido político” —y no un prófugo de la justicia con múltiples acusaciones de violencia sexual—, el exdiplomático Andrés Roemer recibió un golpe contundente: la Corte Suprema de Israel rechazó su apelación contra la solicitud de extradición emitida por el gobierno mexicano.
Con esta decisión, Roemer, acusado por al menos cinco casos de violación y señalado públicamente por más de 60 mujeres por acoso, hostigamiento y abuso sexual, queda a un paso de enfrentar la justicia mexicana, a pesar de los escudos legales y diplomáticos que intentó activar desde Tel Aviv.
Lo irónico del caso es que, pese a que Israel no tiene un tratado de extradición con México, el país decidió cooperar “excepcionalmente” con la solicitud mexicana. Al parecer, el historial académico y los trajes caros no alcanzaron para convencer a la justicia israelí de que Roemer era un exiliado víctima de una cacería ideológica.
Según el Ministerio de Justicia israelí, la decisión se tomó ante la contundencia de las pruebas y la seriedad de los delitos. Roemer había sido detenido este domingo en Israel, luego de años de pasearse tranquilamente por cafés y foros intelectuales mientras su nombre aparecía en listas negras del movimiento #MeTooMX.
Las acusaciones no son menores: testimonios recopilados por Periodistas Unidas Mexicanas (PUM) documentan que Roemer usaba su rol como figura pública, académico y anfitrión de eventos culturales para invitar a mujeres a su casa —con la excusa de entrevistas o colaboraciones— y ahí, según múltiples relatos coincidentes, ejercer distintos tipos de violencia sexual. En 2021, esto derivó en cinco órdenes de aprehensión emitidas por la Fiscalía de la Ciudad de México.
La ironía de la protección selectiva
Durante meses, Roemer se escudó en su ascendencia judía para permanecer en Israel, país que suele negar extradiciones por motivos históricos. Sin embargo, el caso del escritor mexicano parece haber rebasado el límite de lo justificable incluso para una nación que históricamente se muestra reservada ante solicitudes judiciales del extranjero.
Así, Roemer podría convertirse en uno de los pocos casos en que Israel extradite a un ciudadano hacia México, marcando un precedente en la cooperación judicial internacional en casos de violencia de género.
Mientras tanto, las víctimas y colectivas feministas celebran con cautela. Falta aún que se formalice la extradición, pero el cerco se cierra: el “intelectual incómodo” al fin deberá responder por lo que hizo —no por lo que escribió.