Mientras en El Cairo líderes mundiales rechazan el desplazamiento forzado, Trump y Netanyahu impulsan una visión inmobiliaria del conflicto
En un nuevo episodio que parece salido de un manual de diplomacia surrealista, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que la Franja de Gaza —actualmente devastada por meses de bombardeos y crisis humanitaria— podría transformarse en una “Riviera del Medio Oriente”, aunque, eso sí, sin palestinos.
La idea, respaldada por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu durante su visita a Washington, contempla la expulsión de más de dos millones de habitantes de Gaza para luego reconstruir el territorio bajo control extranjero.
En palabras de Trump, sería “algo bueno” que fuerzas estadounidenses asumieran el control del enclave, al que calificó como una “oportunidad inmobiliaria”.
Este tipo de propuestas han encendido las alarmas en la comunidad internacional, no solo por su contenido, sino por la insensibilidad con la que se presentan. En una región marcada por décadas de conflicto, el desplazamiento forzado no solo representa una violación al derecho internacional humanitario, sino que aviva el trauma de generaciones enteras de palestinos expulsados de sus tierras.
Mientras tanto, en El Cairo, los líderes de Egipto, Francia y Jordania reafirmaron su posición contraria a cualquier intento de despojo. En una declaración conjunta, los mandatarios condenaron rotundamente “cualquier desplazamiento de palestinos de sus tierras o anexión de territorio palestino”, y exigieron un cese al fuego inmediato.
El historiador argentino Martín Martinelli, experto en la región y coordinador del grupo “Palestina y América Latina” del CLACSO, subraya que este tipo de propuestas “no son nuevas, pero sí cada vez más cínicas. Pretender resolver una catástrofe humanitaria como si se tratara de un negocio de bienes raíces es no solo ofensivo, sino peligroso”.
Las declaraciones de Trump, lejos de ser tomadas como una ocurrencia aislada, se inscriben en una narrativa más amplia de deshumanización y despojo que ha caracterizado muchos discursos alrededor del conflicto palestino-israelí.
¿Puede una “Riviera sin palestinos” construirse sobre los escombros de Gaza? ¿Qué papel jugarán las potencias regionales y europeas ante este intento de redefinir la región por decreto? Lo único cierto es que el futuro de la Franja no se decidirá solo entre líderes en oficinas bien iluminadas, sino en las calles, hogares y refugios donde hoy resisten los palestinos.